Cómo integramos mindfulness a través de los caballos

Cómo integramos mindfulness a través de los caballos

La práctica de la atención plena o mindfulness busca acercarnos a nuestra esencia y conectarnos con nuestras raíces para que en esa sencillez, recuperemos nuestra calidad de vida. Los caballos por ser y reconocerse parte intrínseca de la naturaleza, nos hacen de guías en el camino de "vuelta a casa".

Antes de nada, ¿qué entendemos por mindfulness?

Mindfulness es un vocablo sajón que se empieza a extender por Occidente en los años 70, de la mano de Jon Kabat-Zinn, y que se podría definir como el acto deliberado de prestar atención plena al momento presente, sin juzgarlo, con curiosidad y aceptándolo tal cual es.

Las bases de esta disciplina nos hacen volver la mirada a las culturas orientales, en las que la meditación y otras prácticas contemplativas han sido desde siempre, parte indisoluble de sus costumbres y filosofía de vida.

Sin embargo, la receta actual es una inteligente adaptación de esa sabiduría milenaria, desprovista de dogma, credo o filosofía para adecuarla a la sociedad en la que vivimos y hacerla lo suficientemente neutra y manejable como para incluirla fácilmente en nuestro día a día.

Contemplar los efectos del viento en los banderines es un ejercicio mindfulness
Banderines nepalíes ondeando al viento

Los pilares mindfulness

La práctica de la atención plena o mindfulness se sustenta en varios aspectos clave:

  • La meditación o práctica formal: Que sería como el gimnasio donde entrenamos a la mente para desprogramar paulatinamente sus automatismos y hacer que disminuya lo que llamamos el ruido mental.
  • La práctica informal: Que consiste en modificar el enfoque para convertir las acciones cotidianas en actividades más conscientes y contemplativas, a través de la pausa, la observación, los sentidos...
  • Las actitudes mindfulness: Que determinan la postura desde la que emprendemos tanto las actividades de la vida ordinaria, como la forma de estar en la meditación, referida a la actitud elegida y no a la posición corporal en sí. Entre estas actitudes destacaría el no juicio, la mente de principiante o curiosidad, la no lucha, el soltar, la confianza y la paciencia.

Cuando hablamos de mindfulness, atención plena al instante o de vivir “el aquí y el ahora”, indirectamente estamos hablando de observar, ser y sentir; y no tanto de pensar, racionalizar o hacer. Y aquí, es donde empezamos a hacer referencia a los caballos y a su mundo... Pero a esto volveremos y profundizaremos más adelante.

¡Que alguien nos ayude a parar!

En la sociedad actual y especialmente en el mundo occidental, nuestras vidas se encuentran gobernadas por una actividad incesante, una interminable lista de tareas y cometidos variados a cumplir a lo largo de la jornada, una colección de objetivos y metas a medio y largo plazo que sólo de pensarlo, quedamos mentalmente exhaustos. De hecho, hoy en día, se promueve y se valora el "multitasking", o dicho de una forma más nuestra, se lleva ser la mujer y el hombre-orquesta.

El caso es que casi sin querer y a menudo de manera inconsciente, entramos en esa inercia que nos rodea, convirtiéndonos en una pieza más de todo ese engranaje que cada vez mueve una maquinaria más y más compleja y cuyas exigencias, nos tienen tan atrapados que no nos dejan ni el tiempo, ni la opción de parar y observar nuestra propia vida.

Además de toda esa carrera a ninguna parte y esa competición que no tiene meta definida, nos dejamos secuestrar nuestra valiosa atención por un sinfín de estímulos externos: distracciones sensoriales múltiples, artilugios, tecnología, activadores del deseo, realidad virtual, hiperinformación, etc. y poco a poco vamos perdiendo nuestra capacidad atencional un poquito más.

El tributo personal que nos toca pagar por ello es, una creciente desconexión de nosotros mismos y de nuestro entorno, un andar por la vida en piloto automático olvidándonos de saborear cada instante, una salud cuestionable (y a menudo fácilmente mejorable) con un cuerpo que constantemente nos avisa de que algo "ahí afuera" no funciona, un sentimiento de vacío y soledad, una sensación de insatisfacción constante, y de andar buscando la felicidad siempre en "lo siguiente" o en "otro lugar" y no donde estamos, entre otras cosas.

Un cerebro estresado

Ante tanta exigencia interna y externa, nuestro cerebro se ha hecho un experto en resolvernos infinitas papeletas, desempeñando múltiples tareas a la vez: hablamos por teléfono mientras caminamos, comemos mientras vemos la televisión, nos cepillamos los dientes mientras preparamos la ropa del día siguiente, conducimos el coche mientras mentalmente vamos repasando la lista de la compra,... y un sinfín de combinaciones de acciones de lo más variopinto y singular, pero rara vez dedicamos nuestra plena atención a una sola al tiempo.

Otra característica de este órgano inteligente en este tiempo que nos ha tocado vivir, es su tendencia adictiva a andar pululando constantemente de los recuerdos del pasado a las preocupaciones del futuro y viceversa, dejando a un lado lo único verdadero y real, el presente. Y esto es lo que genera los estados de ansiedad y estrés con los que convive gran parte de la población.

¿Cómo nos ayuda mindfulness?

La práctica regular de mindfulness nos incentiva a romper la inercia que nos arrastra veinticuatro horas al día, nos habitúa a ser más conscientes de cada movimiento que hacemos, nos enseña a ralentizar nuestro ritmo y a deleitarnos con cada instante. Para ello nos alecciona sobre volver una y otra vez al presente a través de nuestra respiración y nuestro cuerpo.

En las últimas décadas, el interés que ha suscitado mindfulness en la sociedad, va en aumento. Del mismo modo que cada vez son más numerosas, las investigaciones que buscan saber más sobre sus beneficios y efectividad. De hecho, muchas de las universidades más emblemáticas del mundo, han dedicado un departamento específico para el estudio de esta disciplina.

De entre los múltiples beneficios que poco a poco se van constatando entre los practicantes regulares de mindfulness, a continuación mencionamos algunos de los más significativos:

  • Reduce los niveles de estrés y/o ansiedad.
  • Promueve la neuroplasticidad del cerebro.
  • Incrementa la capacidad de concentración y la creatividad.
  • Cultiva la inteligencia emocional.
  • Transforma la reactividad en respuestas reflexivas.
  • Aviva nuestra intuición y favorece la coherencia cardíaca.

los elementos de la naturaleza en sí mismos nos hablan de mindfulness
Río fluyendo entre piedras

Nuestra mente se calma entre caballos

Los caballos son seres herbívoros y animales de presa, lo que significa que en su hábitat natural están expuestos al acecho de los depredadores. Eso les ha convertido en unos expertos observadores y perceptores de todo lo que les rodea y ocurre en su entorno, para poder así detectar los peligros, si los hubiera, y ponerse a salvo mediante la huida.

En su vida no cabe la distracción, no existe ese transitar tan habitual de la mente humana, entre pasado y futuro: viven exclusivamente en el presente, y de ello depende su seguridad y supervivencia. La prueba de lo eficaz de esos mecanismos que han desarrollado para subsistir, es que siguen existiendo como especie, después de miles de años.

Por eso, cuando estamos entre caballos o cuando nos relacionamos con ellos nos traen tan fácilmente al momento presente. Su energía nos envuelve y su poderosa presencia atrapa nuestros sentidos, situándonos en el aquí y ahora. Dicen las buenas lenguas que el simple hecho de caminar entre una manada de caballos en libertad, baja considerablemente los niveles de estrés y ansiedad en el organismo.

Y es que esa conexión que nace entre los caballos y las personas en las distancias cortas produce un efecto contagio. Es la propia naturaleza del caballo la que obra cambios en nosotros: el potente campo electromagnético de su corazón formado generalmente por ondas coherentes y la combinación de su lenguaje corporal y de su alta energía nos invitan constantemente a estar presentes.

Además en el momento que nos distraemos y dejamos de estar plenamente conscientes de todo lo que ocurre entre el caballo y nosotros, se producen una serie de alteraciones, movimientos y cambios en él que nos van a señalar directamente hacia nuestro estado de desconexión e incongruencia. Ellos entienden y agradecen cuando nuestra mente, nuestro corazón y nuestro cuerpo están alineados y en coherencia, al igual que ocurre en sus congéneres. El estado contrario, que es lo que caracteriza a gran parte de personas con estrés, les produce desconfianza y rechazo.

Laura García de Castro es consultora en Mindfulness Transpersonal con especialidad en Salud Integral y Desarrollo por la Universidad Miguel de Cervantes. Además está certificada en Coaching con Caballos por Equilibri.

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